miércoles, 24 de diciembre de 2008

El verdadero sentido de la Navidad


GASTAR LA VIDA

Jesucristo ha dicho: “Quien quiera economizar su vida, la perderá;
y quien la gaste por Mi, la recobrará en el vida eterna”.
Pero a nosotros nos da miedo gastar la vida,
entregarla sin reservas. Un terrible instinto de conservación
nos lleva hacia el egoísmo, y nos atenaza cuando queremos jugarnos la vida.
Tenemos seguros por todas partes, para evitar los riesgos.
Y sobre todo está la cobardía...

Señor Jesucristo, nos da miedo gastar la vida. Pero la vida Tú
nos la has dado para gastarla; no se la puede economizar en
estéril egoísmo.

Gastar la vida es trabajar por los demás, aunque no paguen;
hacer un favor al que no va a devolver; gastar la vida es
lanzarse aún al fracaso, si hace falta, sin falsas prudencias; es
quemar las naves en bien del prójimo.

Somos antorchas que solo tenemos sentido cuando nos
quemamos; solamente entonces seremos luz.

Líbranos de la prudencia cobarde, la que nos hace evitar
el sacrificio, y buscar la seguridad.

Gastar la vida no se hace con gestos ampulosos, y falsa
teatralidad. La vida se da sencillamente, sin publicidad,
como el agua de la vertiente, como la madre da el pecho a la
wawa, como el sudor humilde del sembrador.

Entrénanos, Señor, a lanzarnos a lo imposible, porque detrás
de lo imposible está tu gracia y tu presencia; no podemos caer
en el vacío.

El futuro es un enigma, nuestro camino se interna en la niebla;
pero queremos seguir dándonos, porque Tú estás
esperando en la noche, con mil ojos llenos de lágrimas.

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CRISTIANOS DEL SILENCIO

.Hay cristianos mudos, que mientras no les toquen a ellos,
se quedan tranquilos aunque se cuartee el mundo.

No protestan por las injusticias, porque están esclavizados al
Estado por la persecución o por el compromiso, comprados por
el miedo o por el oportunismo.

Otros, tal vez, porque no tienen nada que aportar. Para ellos la
fe es una cosa etérea, que no tiene nada que ver con la vida;
vale sólo de nubes arriba...

Te pedimos, Señor, por los cristianos del silencio; que tu
Palabra les queme las entrañas, y les haga superar la
coacción. Que no callen como si no tuvieran nada que decir.

Tú sabes lo que conviene a tu Iglesia, si un fervor de
catacumbas o la rutina de una “protección” oficial.
Dale lo que sea mejor, aunque sea la cárcel y la pobreza.

Líbranos del silencio del ahíto ante la injusticia social; líbranos
del silencio “prudente” para no comprometernos.

Tememos haber limitado tu Evangelio; ahora ya no tiene
aristas, ni sobresalta a nadie; hemos querido convencernos
que se te puede servir a Ti y al dinero.

Señor, libra a tu Iglesia de todo resabio mundano; que no
parezca una sociedad más, con sus caciques, sus accionistas,
sus privilegios, sus funcionarios, y su burocracia.

Que nunca tu Iglesia sea iglesia del silencio, ya que es la
depositaria de tu Palabra; que pregona libremente, sin
reticencias ni cobardías. Que no calle nunca, ni ante el
guante blanco, ni ante las armas.

(Luis Espinal, sacerdote jesuita asesinado en Bolivia el 22 de marzo de 1980)

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La Navidad llega otra vez para darnos un tiempo de reflexión, regocijo, fraternidad y esperanza. Es el espíritu navideño que ciertamente se apodera de cada uno de nosotros, y en verdad es la temporada más maravillosa de todo el año, Es un tiempo mágico que nos inspira a reflexionar sobre nuestra propia existencia y nuestra propia persona con relación a todos nuestros semejantes, nuestra finalidad y misión en este mundo terrenal. También nos mueve a renovar nuestro compromiso con Dios, para hacer nuevos votos que nos conduzcan a fortalecer nuestra propia fe y corregir todos nuestros defectos y errores para enmendarlos, y sobre todo, buscar con ello la concordia y fraternidad con todos nuestros semejantes, Todos hemos sido creados libres y somos iguales ante Dios. A ciencia cierta y en verdad todos somos pasajeros en nuestro paso por este mundo, sin nada hemos venido aquí a este mundo terrenal y sin nada nos iremos, No nos vamos a llevar ni siquiera un miserable alfiler de este mundo (Yo me pregunto y les lanzo la siguiente pregunta para algunos políticos ricachones, potentados empresarios gamonales, curas, etc. ¿Para qué hacer tanta riqueza (mal habida) y pasarse toda una vida robando y haciendo riqueza terrenal…..? ).

Vale la pena también en esta temporada recordar algunos hechos para conocer el verdadero sentido de la Navidad, El primero es que en algún determinado día de la historia de la humanidad nació Dios hecho hombre, nació humildemente en un pobre pesebre de un establo, junto a algunos animales que seguro eran los que calentaban el frio aire del pobre ambiente. Sus padres eran José, un humilde carpintero y María, una joven campesina. El niño Jesús nació dentro una familia pobre, Este niño no fue un monarca, emperador o príncipe, ni fue un estadista, político o guerrero. No perteneció a cuna de conquistadores o acaudalados ricos, no escribió libros o construyó monumentos o edificios. Su vida solo duro un corto tiempo junto con los hombres, Toda su vida la pasó en una provincia remota, pobre y oprimida por el poder romano.

Jesús, el Dios hecho hombre era una persona que poseía un atributo fundamental que era la capacidad infinita de amar a sus semejantes, por eso podía tomar como suyas la desdichas, injusticias, angustias y penas de todos los que sufren en este mundo. No amaba sólo en forma individual e intermitente, como a veces amamos los hombres; El amaba tanto que cada amargura y todo sufrimiento humano cabía en su corazón.

Estoy plenamente convencido de que Jesús vivo en nuestros actuales días, no sería un papa, cardenal, o un burócrata eclesial, cura, pastor, monaguillo, predicador o charlatán. Tampoco sería un demagogo de la fe y la religión. Jesús sería una persona que se entregaría de lleno e iría de la mano con los más desposeídos, pobres y marginados, antes sufriría con el prójimo y se daría de todo corazón a ellos, para aliviarles y socorrerles en todas sus desgracias y miserias.

Todo el verdadero sentido de la Navidad, el milagro del nacimiento y muerte de Jesús, está en que una vez en la historia de la humanidad, vino al mundo el mismísimo Dios hecho hombre, para traernos las buenas nuevas y para que pudiésemos ser salvos. Amó Jesús tanto a los hombres (especie humana) que dedicó toda su pasajera vida terrenal, sin el menor asomo de egoísmo, a aliviar y servir a quienes más lo necesitaban.

Dos nuevos mandamientos nos dejó Jesús: Amar a Dios sobre todas las cosas, y Amar al prójimo como a sí mismo.

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